0
Doloroso fútbol
Posted by Mairim Gómez Cañas
on
jueves, abril 08, 2010
in
placeres deportivos
Siguiendo con la reposición de textos/desahogos futbolísticos del pasado, ahora coloco uno, también de 2004, cuando la selección italiana fue eliminada de la Euro en fase de grupos. Si han leído algunas de mis publicaciones anteriores, ya saben que sufro a Italia irracionalmente. Soy tifosa y de las buenas (o de las malas, según el cristal con el que se mire). Esta cualidad (o defecto) arrastra consigo todo un universo de particularidades, siendo la principal de ellas el masoquismo y la veneración o crucifixión de los seleccionadores (rara vez despotricamos contra los jugadores).
Es amor, así de cursi. Como el amor, el deporte rey es arrebatado, divino, doloroso, visceral, hermoso, intenso, alegre, mágico y un poquito masoquista también. Y como en el amor, a los hinchas nos gusta arriesgar. Mis apuestas de este año espero escribirlas pronto. La cosa no es tan fácil, se deben considerar muchas variables.
Y es que a la hora de hacer pronósticos hay que tomar en cuenta no solo numeritos, condición física, rival, engranaje del equipo y sus figuras y el DT. Como señalé en el artículo precedente, la suerte juega también su papel e Italia suele tenerla… casi siempre. Hay excepciones y he aquí una de ellas:
La Squadra Assurda alla Casa
De vainita Italia siempre llega a las grandes Copas. De vainita gana y de vainita, incluso perdiendo, pasa a la siguiente ronda. Alguna vez llegué a pensar que Dios vestía camiseta azul y que en cada Mundial y Eurocopa San Pedro reencarnaba en el portero azzurro como un severo cancerbero que custodia su meta como si de la puerta del cielo se tratase.
Esta vez no fue así. Italia se va de Portugal, a pesar de haber vencido hoy. De nada sirvieron los goles tardíos porque tardíos fueron. Ahí quedó Cassano devastado tras enterarse, en medio de su celebración por el 2-1 conseguido in extremis, que suecos y daneses igualaban con el temido 2- 2 que los dejaba fuera. Un desconsolado Nesta, con las manos en la cintura, hundía sus ojos en el engramado a sabiendas de que no quedaba nada por hacer. Solo, en su arco, Buffon se llevaba las manos a la cabeza mientras se esforzaba en digerir la noticia.
Los azzurri regresan a casa a pesar de no haber perdido nunca. Absurdo. La grande Italia termina con cinco puntos igual que Suecia y Noruega, pero queda tercera por diferencia de goles en el grupo más débil de esta Euro. ¿Más que absurdo? Sí. ¿Merecido? También.
El temible catenaccio fue abierto por Bulgaria, el equipo más goleado de la cita europea (DC -8) y que hasta el encuentro con los italianos no había podido marcar gol. En más de 60 minutos Italia no hizo nada, incluso con el marcador en contra. Del Piero reconciliado con la grama, estuvo más tiempo de cara a ella que de cara al gol, un frustrante y frustrado Vieri castigado a la banca entró sólo para ver balones pasar por arriba del travesaño. Incomunicación, pases errados, centros al vacío, cero fútbol. ¿Debo decir más?
Trapattoni, quien debe tener ñoquis por cojones, dice que Italia se va “con la testa alta”. Ojalá la suya fuera tan alta como para verla a la distancia y poder lanzarle los ingredientes de una ensalada capressa en su cara. Y es que un equipo que ni aún viéndose al borde de la eliminación es capaz de dejar de lado una estrategia mezquina basada en la defensa que ya no le da resultado, merece irse y no precisamente con la testa arriba.
Y dirán que los dos nórdicos pactaron para dejar fuera a los tricampeones, como asegura un enfurecido Gigi Buffon a los medios. Y dirán que el penalti búlgaro no fue penalti. Y dirán que el árbitro ruso no le pitaba a Italia las faltas peligrosas, mucho menos dentro del área. Y dirán que la lluvia conspiró contra ellos. Y dirán muchas cosas y quizá sean ciertas todas; pero serán tan ciertas como que Italia no jugó al fútbol sino a la mediocridad y así, mis queridos (porque lo son) ragazzi, no se ganan las copas.
Es amor, así de cursi. Como el amor, el deporte rey es arrebatado, divino, doloroso, visceral, hermoso, intenso, alegre, mágico y un poquito masoquista también. Y como en el amor, a los hinchas nos gusta arriesgar. Mis apuestas de este año espero escribirlas pronto. La cosa no es tan fácil, se deben considerar muchas variables.
Y es que a la hora de hacer pronósticos hay que tomar en cuenta no solo numeritos, condición física, rival, engranaje del equipo y sus figuras y el DT. Como señalé en el artículo precedente, la suerte juega también su papel e Italia suele tenerla… casi siempre. Hay excepciones y he aquí una de ellas:
La Squadra Assurda alla Casa
De vainita Italia siempre llega a las grandes Copas. De vainita gana y de vainita, incluso perdiendo, pasa a la siguiente ronda. Alguna vez llegué a pensar que Dios vestía camiseta azul y que en cada Mundial y Eurocopa San Pedro reencarnaba en el portero azzurro como un severo cancerbero que custodia su meta como si de la puerta del cielo se tratase.
Esta vez no fue así. Italia se va de Portugal, a pesar de haber vencido hoy. De nada sirvieron los goles tardíos porque tardíos fueron. Ahí quedó Cassano devastado tras enterarse, en medio de su celebración por el 2-1 conseguido in extremis, que suecos y daneses igualaban con el temido 2- 2 que los dejaba fuera. Un desconsolado Nesta, con las manos en la cintura, hundía sus ojos en el engramado a sabiendas de que no quedaba nada por hacer. Solo, en su arco, Buffon se llevaba las manos a la cabeza mientras se esforzaba en digerir la noticia.
Los azzurri regresan a casa a pesar de no haber perdido nunca. Absurdo. La grande Italia termina con cinco puntos igual que Suecia y Noruega, pero queda tercera por diferencia de goles en el grupo más débil de esta Euro. ¿Más que absurdo? Sí. ¿Merecido? También.
El temible catenaccio fue abierto por Bulgaria, el equipo más goleado de la cita europea (DC -8) y que hasta el encuentro con los italianos no había podido marcar gol. En más de 60 minutos Italia no hizo nada, incluso con el marcador en contra. Del Piero reconciliado con la grama, estuvo más tiempo de cara a ella que de cara al gol, un frustrante y frustrado Vieri castigado a la banca entró sólo para ver balones pasar por arriba del travesaño. Incomunicación, pases errados, centros al vacío, cero fútbol. ¿Debo decir más?
Trapattoni, quien debe tener ñoquis por cojones, dice que Italia se va “con la testa alta”. Ojalá la suya fuera tan alta como para verla a la distancia y poder lanzarle los ingredientes de una ensalada capressa en su cara. Y es que un equipo que ni aún viéndose al borde de la eliminación es capaz de dejar de lado una estrategia mezquina basada en la defensa que ya no le da resultado, merece irse y no precisamente con la testa arriba.
Y dirán que los dos nórdicos pactaron para dejar fuera a los tricampeones, como asegura un enfurecido Gigi Buffon a los medios. Y dirán que el penalti búlgaro no fue penalti. Y dirán que el árbitro ruso no le pitaba a Italia las faltas peligrosas, mucho menos dentro del área. Y dirán que la lluvia conspiró contra ellos. Y dirán muchas cosas y quizá sean ciertas todas; pero serán tan ciertas como que Italia no jugó al fútbol sino a la mediocridad y así, mis queridos (porque lo son) ragazzi, no se ganan las copas.
Publicar un comentario