Un "destino" en Florida, un sueño hecho "surrealidad"

Tengo que admitirlo: Estados Unidos nunca ha sido mi país favorito para turistear, exceptuando Nueva York, que se sale del cliché “americano” casi al punto de sentir que estás en otro país, y también, por momentos, New Orleans. De resto, casi todo me parece un “fake”, si me permiten el uso del spanglish. Castillos de mentira, animales de mentira, comida de mentira, historias de mentira, cultura de mentira.

¿Qué quieren que les diga? Soy Eurofílica. Prefiero contemplar el Palacio de Mónaco en La Roca que el castillo de la Bella Durmiente. No cambio mi amada y caótica Roma por los Downtowns gringos, cada uno un calco del otro. Malls y cadenas de tiendas gigantescas para explotar las tarjetas en vez de arte e historia para estallar los sentidos; comida insípida adulterada en base a sodio, azúcares y grasas en restaurantes con grandes letras y colores chillones producidos en masa en lugar de sabores que además de satisfacer al paladar, alimenten el alma.

Sí, por supuesto que hay bellezas naturales como el Gran Cañón o las Cataratas del Niágara. Está Orlando y sus alrededores para los niños (y para los adultos también). No voy a renegar obstinadamente de los parques, pues siempre es sabroso una buena montaña rusa. Tampoco voy a pasar por alto la Costa Oeste. San Francisco, con sus "Painted Ladies", el tranvía, Chinatown, el Golden Gate y Alcatraz, y Los Angeles para los amantes de Hollywood, su industria y sus celebrities… ajá, pero... ¿y aparte de eso qué más hay? Hay más.

Buscando podemos darle la vuelta al “americanismo” y encontrar tesoros que desconocen hasta los mismos nativos (y con este epíteto reúno, mezclo y sacudo en una misma olla a white people, afrodescendientes, hispanodescendientes, eurodescendientes y anydescendientes nacidos en cualquiera de los 50 estados del vasto Imperio y su DC). Uno de ellos lo descubrí acá en Florida, tierra de playa, fiesta, pantanos, viejitos retirados, hispanidad y parques temáticos.

¿Sabían que en St. Petersburg, ciudad hacia los lados de Tampa, se encuentra un museo de Dalí que alberga la segunda mayor colección de obras del artista español después de su Teatro-Museo ubicado en Figueras, España? ¡Todo un hallazgo surrealista! Este recinto, llamado oficialmente Salvador Dalí Museum, contiene alrededor de 1500 piezas del genio catalán, entre ellas 96 óleos y más de 100 acuarelas y dibujos, las cuales formaban parte de la colección privada de Albert Reynolds Morse y su esposa Eleanor, quienes tras adquirir en 1942 una primera pintura de mi por siempre venerado Dalí, se convirtieron en sus amigos y mecenas.

El Museo abrió sus puertas en 1982 y a mediados de 2008 se inició la construcción de un nuevo edificio, obra del arquitecto Yann Weymouth, que albergará la extensa colección. Weymouth trabajó junto con Ieoh Ming Pei, uno de los grandes maestros de la arquitectura actual, quien cuenta entre sus creaciones con el diseño de la Pirámide del Louvre, en París. Esperan que este nuevo Museo (apertura prevista para el año que viene) se convierta en un ícono de la ciudad. Acá pueden conocer más de este proyecto que lleva el lema de "Surrealize the dream" y aquí sobre la colección que se exhibe en el museo actual.

Walt Disney y Salvador Dalí unieron alguna vez su intelecto y genialidad. En 1945 se inició la producción de un cortometraje animado que, procreado por estos dos maestros de la fantasía y el surrealismo, no podía menos que hacernos volar los sentidos. Pero este sueño no cobró vida y quedó en boceto por las dificultades financieras de la época hasta que en 1999 un sobrino de Disney lo retomó y lo hizo realidad 58 años después. Así, “Destino” se estreno el 2 de junio de 2003. Mi conclusión: en Fantasyland los sueños también se surrealizan y la tierra de Mickey y Shamu me regaló mucho Dalí, casi un año después de visitar Figueras.

Yo les dejo de regalo el corto Destino para quienes no lo hayan visto o simplemente para volverlo a ver. Enjoy!

http://www.youtube.com/watch?v=UzzZa5o1q5k

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