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Lugares que habitan en mí

Posted by Mairim Gómez Cañas on jueves, agosto 20, 2009 in
Hay destinos en el mundo que luego de conocerlos sentencias que regresarás todas las veces que la vida así te lo permita; calles y fachadas de las que te enamoras a primera vista y sabes que no podrás desterrar nunca de tu alma y tus memorias. En mi caso, son cuatro los lugares que me arrancan los más profundos suspiros cada vez que los evoco.

“Roma es Roma”. Esa es mi respuesta cuando me preguntan por qué me expreso con tanta pasión de la capital italiana. Si tengo que resumirlo en una sola palabra, tengo que decir que es “única”. Sí, Roma es única. Y París… magia. Hechizo puro, una poción de amor perpetuo sabor a Chardonnay de la que siempre querrás un sorbo más una vez la pruebes.

Si me vengo de este lado del Atlántico, mi corazón late a ritmo de Milonga. Nostálgica Buenos Aires que, perdiéndome en sus calles, siento cómo empiezo a extrañarla aún sin haberme marchado. Por último, pero no menos importante, mi México místico y querido, del que me resultaría mezquino escoger solo una ciudad.

Hace unos días me reencontré con París. Más inolvidable que nunca, me dejó sin palabras, así que no me queda otra alternativa que tratar de expresar con imágenes los momentos vividos.




Nuevos hallazgos

Montmartre, como algunos ya sabrán, es el lugar ideal para perderse. Ir descubriendo a cada paso sus tiendas, sus cafés, los pintores y pequeños bistros. Lo mejor es dejarse llevar por el instinto y entrar en el sitio que más les llame la atención ya sea por su carta, su decoración, su ubicación o incluso el precio. No dejen de hacerlo (ni compartir sus hallazgos). En esta ocasión, en la rue Dancourt, cerca de las estaciones Anvers y Pigalle, un pequeño y sencillo restaurante ganó mi predilección por todas la razones descritas más arriba. Menúes variados para escoger (donde no podían faltar los escargot y un buen entrecôte), atención estupenda, acogedora decoración, buena ubicación y precios entre los 14 y 20 euros por persona que incluyen entrada, plato principal, postre y un buen vino de la casa para acompañar la velada. Se llama La Cote d'Azur y si es posible traten de comer en la planta alta, frente a la ventana, para ver pasar a la gente en la calle. Si además corren con la suerte de que los atienda Nur (saludando en la foto), será la dicha suprema.


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